miércoles, 16 de septiembre de 2009

5 Estrategias para Conquistar el Miedo


Estábamos conversando y surgió la pregunta. Una que he recibido muchas veces: ¿cómo hacer para vencer mis miedos?

En la medida que mi amiga me contaba sobre su experiencia ante la emoción paralizante por excelencia, en mi mente se iba construyendo la respuesta.

“Voy a compartir contigo cinco claves, cinco antídotos, que puedes usar para vencer tus miedos” —le dije. Y lo que a continuación compartí con ella son las estrategias que más me han permitido a mí superar mis propios miedos.

No estoy hablando de fobias ni de paranoias. En este caso, me refiero a cinco herramientas que te van a permitir superar esos miedos que en muchas ocasiones te paralizan o frenan ante tus oportunidades y tus propios deseos de superación—como por ejemplo el temor a sostener esa conversación importante que has estado evitando o el de realizar la presentación de negocio que te tiene ansioso.

Estas claves son: aceptar el miedo, soltar la pretensión de perfección, apostarle a tu bienestar, visualizar el éxito y moverte para convencerte de que no morirás en el intento.

Acepta el miedo
El miedo es una reacción natural. Es parte de nuestras emociones básicas. Y como cualquier emoción, tiene un mensaje: ¡prepárate y muévete!

Muchos no escuchan el mensaje y pretenden negar sus miedos. Otros lo sienten pero no lo escuchan, malinterpretando el significado del miedo al creer que te está gritando “¡No hagas nada! ¡No sirves para esto! ¡Detente!”.

No pretendas no tener miedo. No esperes que el miedo desaparezca antes de avanzar—como veremos más adelante, la cosa es al revés. Lo que hace al valiente no es la ausencia del miedo, sino su capacidad para atreverse. Por definición, el atreverte a algo supone que vences un temor o una percepción de riesgo.

Déjate sentir el miedo, ya que si lo resistes le estarás dando más fuerza y poder sobre ti. Aquello que resistes, persiste. Lo que aceptas, puedes aprender a aprovechar.

Cuando piensas en los proyectos que quieres iniciar, o en las metas por concretar, o en la decisión crucial por asumir ¿sientes miedo?

Si es así, comienza por aceptarlo—y por entender que el miedo no significa que no debas iniciar, concretar o asumir. No le tengas miedo al miedo. Interprétalo como una señal para estar alerta, prepararte y seguir avanzando de forma consciente y deliberada.

Suelta la pretensión de perfección
El éxito no es la ausencia del fracaso, sino la capacidad para volverte a levantar un poco más sabio y con la determinación de perseverar.

¿Eres de los que siguen atrasando sus propios logros por temer a no ser capaz de alcanzar un supuesto estándar de perfección?

Te tengo una buena noticia: no hay que hacerlo perfecto. Tan sólo hay que ponerlo en movimiento. Lo que hay que hacer es avanzar.

Hay quienes se rigen—o mejor dicho, se limitan—por la idea “A mí me gustan hacer las cosas bien o si no, no las hago. Si no puedo hacerlo bien, entonces no es el momento”.

Entonces, con esta excusa inteligentemente estructurada, esconden su miedo a fallar, a no ser suficientes, a ser rechazados por no cumplir con un indefinido pero castrador estándar de perfección. Postergan y evaden las oportunidades que, si bien pueden no ser las ideales, les permitirían acercarse hacia sus metas.

Lo más práctico y funcional, en relación a tu deseo de éxito y progreso, es pensar que todo lo que es importante, vale la pena hacerlo mal”¦ hasta que aprendas a hacerlo mejor.

No estoy abogando por que adoptes una actitud de mediocridad. Mas sí que te des cuenta de cómo a veces puedes estar frenando tu éxito por tener pretensiones que, si bien lucen muy bien y son expresadas desde un lenguaje de “excelencia”, alimentan temores infundados y son nada eficaces.

Busca la excelencia. No la perfección. Atrévete a no hacerlo perfecto. Porque el que llega lejos no es quien hace su trayecto con impecabilidad inmaculada y perfección idílica, sino quien se atreve a dar un simple paso tras otro. A veces dubitativo. En ocasiones fallando. En momentos cayendo y en otros levantándose. Pero siempre adelante, poniendo la acción antes que la perfección.

No temas fallar. El fracaso es una fuente de sabiduría y fortalecimiento, indispensable para el éxito. No lo evites. Suelta tu pretensión de perfección. Y muévete.

Apuéstale a tu bienestar
El miedo es una apuesta mental al peor escenario. Y pasa a ser una profecía que busca cumplirse. Pero no es más que una manera de pensar ante tus desafíos que puedes cambiar por otras más productivas y eficaces.

Imagina que estás a punto de entrar a jugar un juego (futbol, béisbol, tennis, golf, cualquiera que sea tu favorito sirve para ilustrar la idea).

¿Qué sucede si entras a jugar el juego con un pensamiento perdedor?

“No lo vamos a lograr. El otro equipo es mejor. Esto va a salir mal”¦”. Si eso es lo que piensas mientras avanzas para tomar posición en el terreno de juego, cómo crees que serán tus posibilidades de éxito.

¡Mínimas!

El principio es muy simple: no puedes pretender ganar un juego al cual entras a jugar con pensamiento perdedor.

Expresado en su contrario positivo:

La única manera de contar con la posibilidad de ganar el juego es entrando a jugar con un pensamiento ganador.

Claro, pensar a ganar no es garantía de éxito. El pensar y creer que lo vas a lograr no es suficiente—usualmente hace falta una cocción de competencias, talentos y emociones para asegurarte el triunfo. Pero pensar de forma ganadora es indispensable.

Ningún “perdedor” ha triunfado y ningún “ganador” ha dejado de avanzar hacia sus metas.

“¿Y si no puedo? ¿Y si me equivoco? ¿Y si no me queda bien?”. Este es a veces el diálogo privado de muchos.

¿Y si sí es posible? ¿Y si sí lo puedes lograr? ¿Y si descubres que eres más de lo que creías?

¿A qué le estás apostando? ¿A tu éxito o a tu fracaso?

Si te encuentras generando pensamientos perdedores en tu mente, sustitúyelos inmediatamente por ideas ganadoras. Así podrás alimentar el hábito mental necesario para atreverte a dar el próximo paso.

Tu miedo se alimenta del pensamiento perdedor, ese que predetermina lo peor. Y el mismo se debilitará en la medida que dobles tu apuesta a que ¡sí es posible!

Visualiza tu éxito
Preocupación. Temor. Miedo. Pánico. Diferentes niveles de un mismo proceso psico-emocional que se alimenta de las imágenes que proyectas en tu pantalla mental.

¿Alguna vez te a tocado ver una película que te desagradó o te pareció mala, aburrida o demasiado negativa para tu gusto?

Apuesto a que no estuviste, las semanas siguientes, recomendándole a tus amigos a que la vieran; mucho menos volviste a someterte al martirio de presenciarla ni una vez más.

Entonces ¿qué estás haciendo con tus películas mentales? ¿Acaso estás pasando por centésima vez la película indeable que presagia tu fracaso y fortalece tu miedo?

El cobarde visualiza su fracaso y con éstas imágenes debilita su capacidad de avance. El valiente, por el contrario y aun experimentando el miedo, deliberadamente comienza a construir imágenes de éxito que fortalecen su auto-confianza.

El miedo, así como el entusiasmo, se nutre de tus imágenes mentales. Si te encuentras paralizado por tus emociones, toma conciencia de tu película mental. Edítala si es necesario. O mejor todavía, cámbiala del todo.

Aduéñate, cual Spielberg, de tus imágenes mentales para generar la producción cinematográfica en tu mente que impulsará tu capacidad de acción. Y asegúrate de proyectar tu película ganadora una y otra vez.

Muévete y convéncete de que no morirás en el intento
¿Qué es lo peor que te puede pasar? Hazte la pregunta y verás que en el 99.9% de los casos, incluso lo peor lo podrías manejar y superar.

¿Así que para qué seguir esperando?

El mejor antídoto del miedo es la acción. Es el movimiento que le proporciona un mensaje claro y directo a tu cerebro: ¡Voy hacia delante!

En momentos—afortunadamente con cada vez menor frecuencia—me he encontrado paralizado ante algo que quiero hacer pero que me genera aprensión. Y me doy cuenta cómo inconcientemente estoy esperando a que el miedo se me vaya para poder hacer algo al respecto.

Es como si colocara a la ausencia del miedo como condicionante a mi capacidad de acción. Y espero. Y espero. Hasta que recuerdo que el truco es invertir los factores: poner la acción antes que esperar por la ausencia del miedo.

Al atreverte a dar el paso que temes, por pequeño que éste sea, es cuando tu miedo comienza a desaparecer. No al revés. El truco está no en esperar que el miedo se vaya para moverte, sino en recordar que el movimiento es lo que debilita a tus emociones paralizantes.

Al dar ese paso tu cerebro caerá en cuenta de que, después de todo, no moriste en el intento. Sigues vivo. No pasó nada que atentara contra tu integridad física; nada de lo cual no puedas aprender; nada que no puedas superar. Así que como que después de todo la cuestión era más fácil y menos amenazante de lo que pensabas.

Y qué tal si das el próximo paso. Y el siguiente. Y otro más.

Pronto te darás cuenta que con cada avance tu miedo se desinfla y pierde arraigo en lo que antes le daba sustento: tu resistencia, tu pretensión de perfección, tu apuesta a lo peor, tus imágenes catastróficas y tu parálisis.

Acepta. Flexibilízate. Apuesta a que sí es posible. Nútrete con visiones de éxito.

Y por sobre todo, libérate en la acción decisiva que aniquilará tus temores y le brindará posibilidades a tu éxito.

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Copyright © 2005 por
Leo Alcalá —Autor y Conferencista Internacional